El próximo 22 de noviembre, domingo y a la hora de comer, dos familias, una local y otra recien inmigrante o refugiada, se reunirán en casa de una de ellas para compartir la comida del domingo. Lo mismo estará ocurriendo en innumerables casas de pueblos y ciudades del País Vasco.
En cada reunión, además de las familias participará un dinamizador/a, que ayudará en la organización de la comida. Y entiéndase por familia toda aquella unidad que así se considere a sí misma, sean quienes fueren sus integrantes: madres solteras, parejas de mujeres, de hombres, de hombres y de mujeres, con o sin niños, compañeros/as de piso; personas que viven solas, abuelas con nietos/as, cuadrillas de amigos/as... personas que comparten vida.
Hace más de un mes que venimos recibiendo terribles imágenes de todas las personas que huyendo de las guerras, el hambre y la miseria se agolpan a las puertas de Europa, ya sea dejándose la vida en la gran fosa común en la que se ha convertido el Mediterráneo o sufriendo terribles agresiones por parte de las fuerzas de seguridad con el objetivo de impedirles su acceso a Europa.
El 30 de mayo de 1967, el gobierno nigeriano dirigido por Yakubu Gowon, con la ayuda de algunas potencias extranjeras, declaró genocidio contra Biafra, en nombre de la guerra civil, porque, un pueblo cuya seguridad no estaba garantizada en la nación nigeriana, decidió salir de la entidad británica dispuesta para el control de sus vidas y destinos por sí mismos.
En la actualidad, la crisis humanitaria del pueblo de Biafra se mantiene, con los mismos actores, responsables del genocidio de nuestro pueblo a mano de la oligarquía hausa/fulani, quienes han cambiado su estrategia, usando a Boko Haram para exterminar el pueblo de Biafra si no se convierte al Islam.