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ASOCIACIÓN EGIN AYLLU A martillazos por una bolera en la Kutxi

El trabajo en comunidad vuelve a dejar su sello en el Casco Viejo. Cerca de treinta personas transformaron ayer el número 26 de Cuchillería, un solar municipal sin uso, en un espacio de encuentro.

Para derribar bolos en el Casco Viejo, ha hecho falta echar abajo un muro. El del número 26 de la calle Cuchillería, un solar al que el Consistorio todavía no le había dado uso y que la asociación Egin Ayllu ha decidido convertir en un nuevo espacio de esparcimiento para los vecinos de la colina. Especialmente, para los más mayores. Con ese objetivo, alrededor de 30 personas se reunieron ayer a las 17.00 horas frente al lugar acotado. Eran conscientes de que con su acto desobedecían la ley, pero podían más las ganas de demostrar que es posible afrontar proyectos ilusionantes organizándose en auzolan, como comunidad. Una filosofía que a lo largo de la abrasadora tarde, con martillos, azadas, brazos y sudor, se materializó en Bolo-Bolo.

El acto, incluido en el programa festivo de Zaharraz Harro!, tuvo mucho de reivindicación. "El Ayuntamiento no se ocupa de las verdaderas necesidades sociales del barrio con su plan de rehabilitación. No necesitamos rampas para ir a un museo o grandes firmas, sino panaderías, carnicerías y, por supuesto, espacios públicos para el encuentro", defendieron Ane y Koldo antes de adentrarse en la jungla del número 26. Había mucho que hacer: un muro y una puerta impedían la entrada al terreno, donde las hierbas se erguían con violencia entre restos de basuras. "Éste es un espacio más al que el PERI y sus normativas han condenado a vertedero en pleno corazón de la Kutxi", apuntaron los jóvenes. Precisamente por eso era tan importante para Egin Ayllu dotarle de uso. Y entre los aprovechamientos posibles, el elegido apareció como el más apropiado: suponía ganarle la partida a las instituciones municipales, "porque antes teníamos una bolera, en la plaza de las Burullerías, y la Fundación Catedral Santa María nos usurpó el lugar para sus trabajos".

La transformación del solar arrancó a ritmo de rotaflex y, una vez dibujada la línea a partir de la que iniciar el derribo del muro, continuó a golpe de martillo. Ibon, Ander, Koldo... Varios jóvenes se fueron turnando. La pared era gruesa, y hacía muchísimo calor. Mientras tanto, otro grupo quitó la puerta, inició la retirada de la maleza y habilitó las medidas oportunas para proteger los accesos a las viviendas de ambos lados. Así, durante horas. Mucho trabajo, pero con muy buen ambiente y divertidas anécdotas: una turista esperó a que uno de los chavales cogiera aire para fotografiarle en plena acción.

Egin Ayllu había logrado su tercer objetivo: tejer una verdadera red de complicidad entre los vecinos. "Sólo el hecho de trabajar en comunidad es un valor en sí mismo", aplaudió Ane. Un valor que ha tenido réplicas anteriormente: en verano de 2006, la asociación recuperó el abandonado frontón de San José y en enero de este año limpió los jardines de Etxauri. El auzolan funciona.

Por Saregune el 05-07-2010