El papel de las abejas
Las abejas y otros insectos polinizadores tienen un papel esencial en los ecosistemas. Cerca del 90% de las plantas silvestres y un tercio de los alimentos que consumimos depende de la polinización. Un mundo sin polinizadores sería devastador para la producción de alimentos.
¿Quién polinizaría todos los cultivos? ¿y el resto de plantas silvestres? La polinización manual es extremadamente laboriosa, lenta y cara. Se ha calculado que el valor económico de la labor de polinización de las abejas sólo para la agricultura, podría estar en torno a los 265 mil millones de euros anuales en todo el mundo. Así pues, incluso desde un punto de vista puramente económico, merece la pena proteger a las abejas.
El problema del declive de las abejas
Desde finales de los años 90, apicultores de todo el mundo, sobre todo de Europa y América del Norte, han observado la misteriosa y repentina desaparición de las abejas, y han informado de tasas inusualmente altas de descenso en las poblaciones de las colonias de abejas melíferas.
Las abejas no solo hacen miel: al polinizar cultivos, son claves para la producción alimentaria. Los abejorros, otras abejas silvestres e insectos como las mariposas, las avispas y las moscas proporcionan también valiosos servicios de polinización.
De los insectos polinizadores, depende un tercio de los alimentos que consumimos, entre ellos, hortalizas como los calabacines, frutas como los albaricoques, frutos secos como las almendras, hierbas aromáticas como el cilantro o aceites comestibles como el de colza. Sólo en Europa, más de 4000 cultivos depende de esta labor tan esencial de los polinizadores, pero también los ecosistemas en general. No obstante, mueren cada vez más abejas. El descenso en las poblaciones de abejas afecta también a los seres humanos. Nuestras vidas dependen de las suyas.
El impacto de la agricultura industrial en las abejas
Una de las amenazas más importantes para las abejas son los plaguicidas químicos tóxicos utilizados en la agricultura. Varios de ellos tienen efectos letales sobre las abejas; especialmente los que pertenecen al grupo químico conocido como «neonicotinoides». Estas sustancias químicas afectan el sistema nervioso central de las abejas y otros insectos polinizadores y pueden provocar el envenenamiento agudo y crónico, tanto individualmente como en colonias enteras.
Las abejas podrían envenenarse al consumir polen y néctar contaminados mientras se alimentan en cultivos tratados con estas sustancias o flores silvestres contaminadas debido a las labores agrícolas, y también cuando nutren a sus larvas con un alimento tóxico.
Además de estos peligrosos plaguicidas, las abejas se están debilitando como consecuencia del cambio climático, los parásitos y las enfermedades. Sin olvidar los paisajes de monocultivos que crea la agricultura intensiva, que llevan a una pérdida de la biodiversidad y la disponibilidad de alimento y hábitats intactos para las abejas silvestres y otros polinizadores.