Muchas personas llegan cada día a las fronteras de Ceuta y Melilla. La mayoría de ellas han tenido que elegir entre un ataúd y una maleta. Y tras meses de odisea en la que han invertido todo lo que tenían, los más afortunados consiguen llegar a una frontera hostil y fortificada. Sus sueños se estrellan contra una barrera prácticamente infranqueable, pero su desesperación les empuja a escalar una valla de seis metros coronada por concertinas, un alambre de cuchillas que causa graves lesiones, e incluso la muerte.
Tampoco encuentran mejor suerte quienes intentan pasar a nado, como pudimos ver el pasado 6 de febrero en Ceuta. Porque mientras los migrantes se saltan la valla, las autoridades se saltan la ley.
Ésa es la realidad en la frontera: cuchillas que cortan la piel de quienes ascienden por las alambradas, materiales antidisturbios empleados contra nadadores exhaustos, devoluciones ilegales, las llamadas “en caliente”, que vulneran la Convención de Ginebra y la normativa europea y española de Extranjeria y Asilo. En CEAR no pararemos hasta conseguir que se corte con toda esa brutalidad. Y para conseguirlo, necesitamos tu ayuda.
NINGUNA FRONTERA VALE MÁS QUE UNA VIDA HUMANA AYÚDANOS A CORTAR CON LA BRUTALIDAD EN EL CONTROL DE LAS FRONTERAS