Disponibilidad de la propia vida: Muerte digna, cuidados paliativos, eutanasia, documento de Voluntades Anticipadas.

Desde que existe el ser humano, la muerte voluntaria es una realidad. Al principio como delincuentes, luego como pecadores y en la actualidad como locos, la sociedad casi siempre ha tratado mal a las personas que libremente han deseado disponer de su propia vida, ocultándolas tras el tabú de la muerte y el doble tabú del suicidio.

Es en el siglo XX cuando dos elementos van a provocar la demanda de la muerte asistida como un derecho humano emergente: el desarrollo tecnológico de la medicina y la aparición de la autonomía del paciente, de su libertad, como un valor a preservar.

¿Por qué para los creyentes en la sacralidad de la vida que el Boletín Oficial de Estado regule la eutanasia y el suicido médicamente asistido es un peligro social? Por las mismas razones que lo es el divorcio, el aborto o el matrimonio igualitario, es decir, ninguna que nos obligue a seguir mirando para otro lado, mientras miles de personas mueren voluntariamente, muchas de ellas de forma violenta y la inmensa mayoría en soledad.

La experiencia de otros países es ejemplar. La eutanasia es un derecho en el siglo XXI que no admite más demora.